viernes, 26 de septiembre de 2008

El aire

Que respiras
es el mismo aire milenario,
que inhalaron dinosaurios.

Y cuando exhalas ese suspiro,
exhalas el aire impregnado de tu propia especie.

Viajara al futuro ese aire,
transita errante ese fragmento de nosotros,
esperando copular otros cuerpos.

No nos percatamos de aquello.

Pero esas ánimas tienen un destino,
son minimos fragmentos de un gran unico elemento,
y guardan la memoria de mil lugares.

Coincidirá lejanamente tu aire y mi aire,
en algún cúmulo de la atmosfera,
y celebraran su apareamiento.

Algún fenómeno natural de un siglo venidero,
será el testigo del jadeo de una nueva especie,
en su tarea reproductiva.

Y sin querer ni desearlo
nos internaremos por la fosa nasal de esa hembra,
para oxigenar la concepcion de un nuevo ser.

Entonces la inmortalidad nos habrá alcanzado.

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